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20 ABR 2020      ARTÃCULO DE OPINIÓN EN EL DIARIO VASCO

"DONOSTIARRAS EN LOS BALCONES"

La portavoz socialista en el Ayuntamiento de San Sebastián y Concejala de Proyectos de Ciudad habla de la crisis generada por el coronavirus y la salida de la misma

Escribo estas líneas desde mi casa, cumpliendo el confinamiento. Como las donostiarras y los donostiarras lo están haciendo, con responsabilidad y solidaridad individual y colectiva. Y mientras escribo, veo en la siguiente manzana de casas, un cartel en una ventana del primer piso: un arco iris pintado a mano con un 'ÁNIMO' rodeado de lucecitas que se iluminan por la noche y me dan, nos dan a los vecinos, luz y fuerza todos los nuevos días de estas semanas de encierro. Ahora, son las ventanas y los balcones –quienes tengan la fortuna de disfrutarlos– nuestros paisajes urbanos más cercanos, los que hasta ahora veíamos sin ver, o tal vez, sin mirar, sin querer saber ni qué ni quién hay detrás de la cortina. Las ventanas son hoy nuestro marco incomparable. ¡Quién nos lo iba a decir!

Cuando pasear por La Concha es como un espejismo; caminar por el parque de Harria, Ulia, Cristina Enea, un hábito que rememoramos con añoranza; entrar en un comercio, una librería o un bar, una misión imposible; cuando vemos peligrar puestos de trabajo, mermados derechos civiles, bienestar y calidad de vida; sin vacunas ni recetas económicas que nos inmunicen ante el desastre que los más agoreros pronostican, nos quedan las ventanas de San Sebastián y sobre todo, las personas que se asoman a ellas... y las que se esconden tras ellas.

La ciudadanía donostiarra de las ventanas y balcones. Esa ciudadanía es el marco incomparable de San Sebastián. La que se queda en casa; la que trabaja desde casa; la que acude a su puesto de trabajo fuera de casa; la que nos atiende en casa y cuando vamos a nuestras compras alimentarias desorbitadas; la que enseña como puede a sus hijos e hijas a seguir estudiando y entreteniéndose; la que cuida de los mayores en el hogar o en las residencias de ancianos; la que nos cuida e intenta salvarnos la vida, jugándose la suya en hospitales y centros sanitarios; la que limpia las calles y recoge la basura; la que vela por nuestra seguridad. También, la que se ha quedado sin trabajo; quienes no pueden pagar el alquiler del piso; reciben comida de instituciones y voluntarios o no tienen ordenador en casa para la educación online de sus hijos. Y no nos olvidemos de quienes entierran a sus fallecidos en soledad, de quienes no se han podido despedir por última vez de los suyos.... De la policía de las ventanas y balcones, mejor no hablar. Se descalifica sola.

Para todas esas personas, especialmente para las más vulnerables, debemos trabajar todas las instituciones públicas. Como ayuntamientos, las instituciones más cercanas, tenemos un desafío enorme: vamos a tener que actuar rápido, con generosidad y responsabilidad y con menos ingresos de los previstos, reordenar prioridades y urgencias para centrar los recursos posibles en las nuevas necesidades sociales que están surgiendo y surgirán, y en la reactivación del empleo y la economía con medidas de choque para los sectores más afectados. No resultará fácil porque en estos tiempos, más líquidos e imprevisibles que nunca, tampoco tenemos respuestas ni certezas, pero debemos trabajar, al menos, para impedir nuevas desigualdades sociales. Esta crisis sanitaria va a afectar de manera importante a la economía donostiarra, impactando en el sector servicios que es el mayoritario en la ciudad: comercio local, hostelería y turismo, que dan empleo a más de 17.000 personas y suponen cerca del 20% del PIB donostiarra. Ésta que vivimos no va a ser una reconversión económico-industrial, semejante a la que sufrimos en los 80; va a suponer un cambio socioeconómico en los modos de transporte/movilidad de las personas y de relación social en los espacios públicos, motivados por las nuevas exigencias sanitarias de impedir los contagios, imponiendo límites de distancias y aforos, que modificarán y condicionarán la actividad económica de los sectores comerciales, hosteleros, turísticos, culturales y de ocio.

Las y los pequeños comerciantes y hosteleros locales, de vital importancia ahora más que nunca como servicio de proximidad, de cohesión y creación de comunidad en los barrios; autónomos y emprendedores que trabajan en el sector turístico y cultural, van a tener que enfrentarse a nuevas demandas de los clientes y nuevos retos de gestión. Tendrán que reconvertirse tecnológicamente para vender online, a domicilio, para fidelizar a los clientes, para seguir creando puestos de trabajo de calidad (en la actualidad, estos sectores representan más del 18% del empleo en San Sebastián) . Y no van a estar solos. Vamos a acompañarles colaborando en la transformación de sus pequeños negocios, con el objetivo de no destruir empleos vinculados a estos sectores que dinamizan la economía de nuestra ciudad.

Tras semanas de incertidumbres y aunque no soy de las que piensa que vamos a experimentar como seres humanos mutaciones que nos vayan a hacer mejores personas y mejor sociedad, todos, instituciones y cada ciudadano, de manera colectiva e individual, debemos asumir decisiones económicas y cambios de hábitos sociales responsables y solidarios con las personas y sectores más vulnerables para preservar nuestra salud individual y nuestra cohesión social. Guztion artean, lortuko dugu!

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