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27 JUN 2021      ENTREVISTA EN NOTICIAS DE GIPUZKOA

CRISTINA LAGÉ LAGÉ: "ESPERAMOS QUE EN AGOSTO COMIENCE A LLEGAR EL TURISTA DE EEUU, YA SE HAN HECHO ALGUNAS RESERVAS"

Con amplia experiencia en la hostelería, la concejala socialista Cristina Lagé defiende a ultranza a un sector que ha sufrido mucho en la pandemia y que mira al verano con esperanza

¿Qué verano turístico se espera en Donostia?

–Nosotros desde hace un año trabajamos de una forma muy curiosa, sobre tres escenarios: el más local, visitantes de la CAV; un escenario estatal y un tercero internacional, que en esta ocasión se centra en la Europa cercana, Francia, Inglaterra, Alemania y Países Bajos. En definitiva, orígenes desde los que, entre comillas, se pueden desplazar en coche. En las visitas a la web se observa que es así. Pero lo peor es que en la actualidad todo cambia a gran velocidad y hemos tenido que aprender a trabajar de una forma muy diferente, adaptándonos cada quince días a las realidades vigentes. La última, que Reino Unido no va a exigir el confinamiento a la vuelta de una vacaciones en el Estado. Eso reabre un mercado muy importante.

¿Y cuál es el más interesante?

–El norteamericano es nuestro gran público. El hotel María Cristina, que es nuestro termómetro en ese mercado, ya nos ha dicho que para agosto están empezando a recibir reservas en buen número. Este es un dato importante. ¿Por qué? Todos los mercados, también el estatal, son importantes, pero todos tienen un perfil diferente.

¿Y no hay oferta para todos?

–Claro, todos son importantes. Pero Donostia es una ciudad muy bien preparada, con una industria turística integrada por muchos sectores. Las empresas dedicadas a actividades turísticas, distintos tours y rutas, no tienen tanta demanda del público nacional, que parece que tiene la sensación de que no las necesita. El verano pasado, pese a todo, hubo buena ocupación de hoteles, se veía gente. Pero era un tipo de público que no abarcaba todos los subsectores del turismo.

Difícil contentar a todos

–Lo que no queremos es que ningún sector se quede atrás. Este verano tenemos la clara esperanza de que estos subsectores se van a volver a activar. Hoy mismo hablaba con una guía que me ha corroborado que la cosa se empieza a mover. Ya también empieza a verse alguna cola en la Oficina de Turismo, un buen síntoma.

¿En qué cifras nos moveríamos para hablar de una buena temporada turística?

–Es algo complicado porque, ¿de qué hablamos cuando hablamos de un turista? ¿Del que llega de Iruña, de Burgos, de dónde? Son todos visitantes y, ¿cuál es el perfil perfecto? El que se queda más de dos días, que tiene un promedio de gasto importante, y el que busca tu esencia, desde tu gastronomía a tu paisaje o tu cultura. Una ocupación como la de 2019, con una media anual del 80%, sería maravilloso.

¿No es mucho?

–En este área realmente tenemos que trabajar para que Donostia funcione de octubre a mayo, porque de mayo a octubre me podría casi ir a casa. El turismo individual no nos va a faltar nunca, porque Donostia es un destino deseado en muchos lugares del mundo. Pero de octubre a mayo hay que hacer un esfuerzo para atraer turismo de temporada baja y turismo congresual. Si volviéramos a lograr esos porcentajes promedio, querría decir que hay mucha actividad en la ciudad.

El turismo de negocios es vital

–Sí, claro, porque da trabajo al técnico de sonido, al de las flores, a la presentadora, a la tintorería... Para San Sebastián Turismo es muy importante.

'Siéntete donostiarra'. ¿Qué quiere decir este lema?

–Quiere trasmitir que aquí tenemos La Concha, nuestra gastronomía, el hecho de que es la ciudad de la ciencia y la investigación (duplicamos la cifra de Europa en investigadores por cada 1.000 habitantes)... Todo ello hace que Donostia sea una ciudad excelente. Pero hay una frase que nos gusta mucho oirla en la oficina de turismo y es: "¡Qué bien vivís!". No hablan del PIB o de la renta mínima, si no del día día que vivimos y que para otros es un lujo. Lo que queremos es que el visitante se sienta así.

¿A quién esperamos este verano?

–A corto plazo, más turismo de cercanía y a la espera de que vaya llegando el estadounidense. A partir de octubre nuestro objetivo es el norte de Europa y Corea. Son los mercados que más nos interesan.

¿Corea?

–Sí, Corea del Sur. Es lo más europeo de Asia, grandes aficionados a la gastronomía. A nivel del Estado llegan 700.000 al año y se quedan la mayoría de días en Barcelona. A esos tenemos que captar. Hemos empezado a detectar el interés, pero todavía llegan de forma esporádica. Tenemos que lograr que Donostia sea un destino más en sus rutas habituales cuando vienen a Europa.

¿Cómo se puede atraer a este turista?

–La unión que hemos hecho con Biarritz es muy importante. Hemos diseñado una campaña, que presentaremos en pocos días bajo el título Dos ciudades y un destino. Para una persona que viene de Asia, pensar que en un mismo destino va estar en dos países y en enclaves muy diferentes, es muy atractivo. Además nos podemos ayudar a hacer promociones en lugares donde no es ni fácil ni barato lograrlo.

¿Y cómo?

–Yo desde que comencé en esta concejalía quise que el equipo entendiera que no tenemos que hablar del norte y del mal tiempo. Esto es el sur de Europa y no hace mal tiempo. Porque en el sur de Europa en febrero estamos a 14 grados mientras en el norte están a 14 bajo cero. El mundo ha crecido en lo turístico, somos el sur de Europa y tenemos que constituirnos como el gran destino de invierno para el norte de Europa. Desde Biarritz en dos horas de vuelo estás en Suecia y Noruega.

¿Qué sensaciones se palpan en el sector?

–Ahora están como cuando has tenido un dolor de muelas muy fuerte. Se te pasa y sigues teniendo ese eco y el miedo a que te vuelva a pasar. Ha sido una crisis muy profunda. Creo que la ciudad tiene que estar muy agradecida con la hostelería y los alojamientos. Hace poco más de un año, cuando se reabrió tras estar todo cerrado, los hoteles y bares que abrieron lo hicieron más por apuesta de ciudad que por un tema de negocios. Sus cuentas de resultados no decían que abrieran si no que esperaran, y abrieron por la ciudad. Si algo hemos aprendido es que una ciudad con bares, restaurantes y hoteles cerrados es una ciudad más insegura, más triste, que parece que está de continuo como en domingo por la tarde. Hay que aplaudir a quienes decidieron reabrir.

¿Sienten miedo?

–Tenemos un sector muy profesional que está esperanzado. Me quito el sombrero por las inversiones, reformas y ganas con las que se ha levantado la persiana. Eso es porque confían en la ciudad y desde el Ayuntamiento no podemos fallarles.

¿Cansancio?

–Sí, están cansados pero con unas ganas terribles.

Antes de la pandemia el turismo estaba en la cumbre y suponía una importante parte del PIB de la ciudad, ¿cuánto puede costar volver a esta situación?

–No solo en Donostia. Nosotros trabajamos muy estrechamente con Turespaña y este instituto considera el verano de 2022 como el verano de la plena recuperación. Pero está pasando todo con tanta velocidad y estamos todos con tantas ganas que podría venir antes la recuperación. Pero prefiero pensar que la recuperación total será en verano de 2022 y así todo el mundo nos vamos posicionando.

¿Qué hemos aprendido en materia de turismo?

–Que, como casi todo en la vida, es más importante la calidad que la cantidad. No sé si, por ejemplo, España necesita los 84 millones de turistas de 2019 o el volumen de visitantes que tenía Donostia. Lo que hemos detectado muy bien es que, aunque las puertas están abiertas para todo el mundo, sabemos quién queremos que venga. Con una oferta muy bien dirigida se puede lograr que aunque no venga tanta gente la que venga se integre, consuma y viva la ciudad.

¿La hostelería ha podido aprender la lección de que hay que mimar al cliente local?

–Es un debate a poner sobre la mesa para hablarlo serenamente. Yo soy empresaria de la hostelería. Cuando el empresario levanta la persiana, asume ya un riesgo y me niego a creer que maltrata a nadie, local o de fuera. Creo que es una expresión que tendríamos que eliminar.

Pero a veces tiembla la cartera

–Cuando uno tiene un establecimiento en un lugar muy deseado de la ciudad y en su terraza se está muy bien, tiene derecho a cobrar por la cerveza lo que considere. Puede ser un mal planteamiento empresarial, pero está en su derecho. Si como donostiarra dices que te maltratan, me parece injusto. En esta ciudad tuvimos una pandemia de 40 años, que fue el terrorismo, para la que no había vacuna. ¿Qué nos pasó? Que nos acostumbramos a que teníamos nuestro cacho de arena en La Concha, que en el bar teníamos todos los días a la misma hora un trozo de barra para tomar mi zurito. Cuando esa terrible pandemia desapareció, había tantas ganas en el mundo de conocer Donostia que llegó mucha gente Pero no olvidemos que los días que hay más gente en la Parte Vieja es el día y la víspera de San Sebastián y en Santo Tomás. Y hay poca gente de fuera.

Pese a todo, a veces los donostiarras se sienten desplazados

–Hay días muy concretos en los que sin preguntar si eres de Noruega, Soria o Añorga, trabajan mucho. Es incómodo porque hay mucha gente. Pero esto pasa en todas las ciudades y nosotros tenemos la ventaja de que, en vez de ir el 14 de agosto, podemos ir cualquier otro día.

Pero lo que los hosteleros constatan es que si han aguantado es porque el cliente local les ha apoyado

–Claro. ¿Y antes por qué no íbamos? Yo he seguido yendo a la Parte Vieja, nunca me he sentido echada, nunca. Siempre me he sentido muy bien. En la Parte Vieja, como en otras zonas de la ciudad, hay lugares que me gustan más o en los que me siento mejor, pero es cuestión de gustos. No me gusta la frase de que los bares tienen que aprender a mimar al público local. Los bares tienen que tratar bien a todo el mundo, venga de donde venga. Si un establecimiento decide cobrar más a alguien de fuera, algo que no se puede hacer, será ese señor en concreto el que tiene la culpa. Es totalmente residual.

¿Sí?

–Quisiera recordar a los donostiarras que los museos han estado abiertos en la pandemia y han estado vacíos. Tenemos una oferta cultural en esta ciudad maravillosa y muy segura. Si no es por los visitantes, la cultura en nuestra ciudad muere. No hay más que ver las cifras de San Telmo, Chillida Leku, el Aquarium... ¿Por qué no vamos si es nuestra cultura? Lo que la pandemia nos ha enseñado a los donostiarras es que la ciudad está para ser disfrutada. Que es nuestra ciudad, nuestra cultura, nuestro mundo. Hemos reconocido nuestra ciudad.

¿El Ayuntamiento se acuerda también del visitante autóctono?

–El año pasado hicimos una campaña de Este verano me quedo por aquí y este verano la hemos adaptado. Es una campaña en la que se recuerda, porque es algo que ya se sabía, que los donostiarras tenemos mucha suerte, que hay muchas cosas por hacer si nos quedamos aquí.

Este paréntesis forzoso sin turismo de fuera, ¿nos puede valer para reflexionar sobre el modelo turístico de la ciudad?

–No solamente de la ciudad sino en general. El turismo va hacia la sostenibilidad pero no solo medioambiental, que por supuesto, sino también hacia la sostenibilidad social. Nadie quiere que la persona que te sirve una cerveza no llegue a fin de mes con el sueldo que se le paga. Pero hablamos también de la sostenibilidad del equilibrio entre el ciudadano y el visitante. Esto es importantísimo en Donostia, en Madrid, en París, en Barcelona y en cualquier parte. En nuestro plan estratégico es el primer punto; esa convivencia del donostiarra y el visitante, llegue de 5.000 kilómetros o de 30.

La pandemia llegó en plena expansión hotelera, ¿se ha caído alguno de la lista?

–Ni uno. Este verano se van a ir abriendo más. El del Paseo Colón, el del Tres Reyes de Pamplona junto al Oncológico... Donostia tiene lugar para seguir abriendo hoteles, estratégicamente colocados. Si una compañía decide hacer la inversión para abrir un hotel es que la confianza en el destino es mucha.

Durante la pandemia, ¿cómo ha sido la interlocución con un sector que sufría?

–Ha sido continua, fluida y, por supuesto, a ratos tensionada porque se han vivido situaciones muy difíciles. El Ayuntamiento es la sala de urgencias y yo digo que Diputación es planta. Aquí recibimos el golpe, la desesperación, el problema... Nuestro trabajo es cogerlo, dar protección y canalizar los asuntos hacia donde tienen que ir, porque muchas cuestiones no son de nuestro ámbito de actuación. Desde el principio, lo más importante ha sido dar la cara, estar y escuchar, aunque a veces veías cosas muy duras, pero ¡solo faltaría!. Lo que ha quedado es magnífico. La interrelación con el sector es mucho mejor, la confianza y la colaboración es absoluta y estoy francamente orgullosa de lo que hemos hecho.

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